La risa que pellizca a la realidad

perdiendo el norte (2015) de Nacho G. Velilla

Romina Irene Palacios Espinoza

Hugo (Yon Gonzáles) y Braulio (Julián López), amigos con vasta experiencia académica, ven en la migración la última alternativa de sus vidas. Frente al desempleo y a la reducción de fondos para la investigación como consecuencia de la crisis en España, deciden tomar el toro por las astas sin prever las dificultades que conlleva la migración en un país cuya cultura e idiosincrasia dista ampliamente de la suya.

El destino es la cosmopolita Berlín. Hugo y Braulio, convencidos por las declaraciones de un compatriota en un programa televisivo que retrata las experiencias de españoles en diferentes ciudades del mundo, deciden marcharse a la capital alemana. Esta es presentada en el programa como una ciudad sedienta de mentes brillantes y de profesionales en busca de un puesto laboral.

La llegada a esta ciudad es representada por el edificio de la berlin hauptbahnhof, enmarcando las figuras de un Hugo y un Braulio llenos de optimismo. Desde el primer momento se enfrentan a dificultades, las cuales aparecen por lo general como consecuencia de problemas comunicativos, puesto que ambos no saben hablar alemán.

Poco a poco se va presentando el conglomerado de personajes que acompañarán a los protagonistas en Berlín, promoviendo estos situaciones cómicas, momentos de reflexión y sobre todo, enredos de alto caibre, los cuales teñirán de risa el vía crucis vivido por Hugo y Braulio al chocarse con la dura realidad: nada de lo esperado se cumple, ni el trabajo deseado, ni la beca de investigación ni tampoco las expectativas previstas por sus familiares y amigos. Por más títulos, experiencia profesional y talento que tengan, la suerte no está de su lado, ni del lado de muchos jóvenes españoles. Esta juventud, que otrora había sido proclamada como “la generación mejor preparada de la historia”, es ahora tristemente vista como “una generación perdida”.

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Los estereotipos en función de la risa

A modo de narrador intrínseco, Hugo abre la primera escena presentándose a sí mismo y a Braulio, y poniendo acento sobre sus antecedentes profesionales condecorados con licenciaturas y másteres. Una vez hecho este preámbulo en cámara lenta, se produce una interrupción tanto del slow motion como de la canción que acompaña este efecto visual (que hasta el momento es el Danubio Azul de Johann Strauss)1 a través de un encontronazo entre Hugo y Braulio. Dicha interrupción contextualiza el lugar y tiempo de acción de los personajes: ambos se encuentran ya en Berlín, trabajando 10 horas diarias en un local turco de kebap. Mediante un flashback se sitúa a Braulio y Hugo un año antes de su estancia en Berlín, cuando vivían en España y Braulio trabajaba en un proyecto de investigación, mientras que Hugo llevaba dos años buscando trabajo. Esto sirve como punto de partida para dar a conocer al espectador las causas que demandan a los jóvenes a buscar el futuro en otras tierras.

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El trasfondo narrativo de perdiendo el norte tiene trazos claramente dramáticos. Sin embargo y aunque Velilla y los guionistas (Oriol Capel, David S. Olivas, Antonio Sánchez y el mismo Nacho G. Velilla) hayan partido de estos trazos, les han dado un giro, ironizando la tragedia y creando la risa en el espectador mediante hechos ampliamente conocidos.

Aunque perdiendo el norte se construye bajo las parámetros de una comedia, existe un entrecruce de subgéneros. Es así como el mismo Velilla describe su película como “una comedia romántica sobre la estructura de una comedia social”.2

Javier Ocaña3 del diario El País ha etiquetado esta película como una especie de comedia romántica clásica que muestra momentos esporádicos de screwball comedy.

La aglomeración de oposiciones, una de las características típicas de la screwball comedy, es referente perceptible en esta película. Tales oposiciones, manejadas a modo de parejas antagónicas, conceden el carácter cómico a perdiendo el norte. La comicidad en este largometraje se soporta sobre el uso y el juego de estereotipos, estos reconocidos como las ideas e imágenes que promueven ambivalencias y antagonismos.

El protagonismo de la fuerte dicotomía en el binomio España-Alemania se hace presente desde antes de la llegada de Hugo y Braulio a Berlín. La inclusión de un mise en abyme representado mediante la transmisión del programa televisivo Españoles por el mundo, pone de relieve las primeras ideas de contraste entre España y Berlín, esta última exhibida como imagen sinécdoque de toda Alemania. En este programa, Benjamín Garijo (Arturo Valls) se presenta como un zaragozano que vive ya 4 años en Berlín y ahora trabaja como “técnico especializado en gestión medioambiental de residuos”. Él equipara España frente a Alemania a través de una fuerte dicotomía: En España, por un lado, él no tenía trabajo, ni casa, ni futuro. Alemania, por otro, ofrece las oportunidades que España no da, es el país donde se encuentran todas las oportunidades de trabajo y lo mejor de todo, ellos sí invierten en el talento. La inserción de este show televisivo se deja leer como punto decisivo, pues genera la reacción de los protagonistas fomentando un cambio en el trayecto argumental, además de ofrecer una primera imagen de la fuerte oposición que muestra la pareja dicotómica España-Alemania.

La visión estereotípica de los españoles hacia los alemanes y viceversa, se muestra en el contacto de Hugo y Braulio con sus futuros conciudadanos. Un primer encuentro toma lugar a su llegada en Berlín. En esta situación se subraya la visión alemana que se tiene de los españoles, obviamente influenciada por referencias a noticias e informaciones sobre la crisis española, la cual es de conocimiento mundial.

Braulio, haciendo gala de sus básicos conocimientos de alemán, intenta pedir ayuda a una transeúnte. La pronunciación literal e hispanizada de las palabras alemanas convierten un “Können Sie mir helfen?” en una frase apenas entendible. Pero, una esperanza de comprensión se revela al mencionar Braulio que él y Hugo son españoles. Esta declaración logra captar la empatía de la transeúnte, reaccionando esta no de la manera esperada por los muchachos: tras decirle a Braulio “Spanier? Armer Junge”, la mujer le acerca un par de monedas a modo de limosna.

Los estereotipos subrayan las marcadas diferencias culturales entre ambos grupos. Esta enfatización crea las primeras chispas de comicidad, puesto que los estereotipos conducen a malos entendidos, confusiones y enredos4 . El proceso de entrevistas por el que atraviesan Hugo y Braulio en busca de empleo se representa en la película como un contexto singular, pues permite observar cómo se hace uso del estereotipo y cómo se reacciona a éste.

En un correo electrónico dirigido a su padre, Hugo le va relatando sobre las primeras entrevistas que van teniendo él y Braulio, aunque maquillando la realidad.

Hugo le cuenta lo bien que está saliendo todo, como “la marca España abre muchas puertas”, lo rápido que se han adaptado al carácter alemán, aludiendo a que “las diferencias entre norte y sur”5 están solo en sus cabezas. Simultáneamente a esta narración acompañan imágenes que se revelan como contrapuesto a lo relatado por Hugo, pues él ni Braulio han tenido éxito en las entrevistas. Por ejemplo, en una entrevista, el jefe de la empresa se burla de Hugo al escuchar que viene de España y que aspira al puesto de gestor financiero, suponiendo que el ser español y la dirección de un puesto financiero son ideas incompatibles.

La frialdad y la puntualidad, estereotipos típicos alemanes de gran vigencia, se ponen también de manifiesto en estas entrevistas, mostrando a Hugo y Braulio como el modelo del español informal e impuntual. En referencia a esto, al querer saludar Braulio con un beso a su interlocutora en una entrevista, esta responde sorprendida y con una extensión de mano, lo que vislumbra una actitud fría y deja en claro la distancia entre ella y Braulio. A este gesto, Braulio justifica su saludo con beso debido a su naturaleza latina caracterizada por ser besucones. Tal reacción puede ser interpretada a través de la idea de Elien Declerq6, quien indica que las comunidades migratorias se sirven de estereotipos como táctica para responder a la imagen que la cultura denominadora se hace de ella, además de que dicha recuperación de estereotipos proponga diferentes modos de creación de efectos serios, lúdicos y paródicos.

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En Berlín, Hugo y Braulio comparten un piso con otros españoles, Carla (Blanca Suárez) y su hermano Rafa (Miki Esparbé). En el mismo edificio vive Andrés Hernández (José Sacristán), quien llegó a Berlín como Gastarbeiter movido por la ola migratoria de los años ‘60, resultado de una tormentosa crisis económica que azotaba a España. La adaptación de estos integrantes a la cultura alemana y su actitud frente a los nuevos migrantes responde a los años que llevan viviendo ahí. Carla reside en Berlín unos 5 años. Ella trabaja en una oficina y estudia arquitectura. Además domina el idioma alemán, lo que le ha facilitado la inserción en esta cultura y la interacción con otros alemanes. Es así que no llama la atención que Carla sea el único personaje que es presentado en contacto directo con un personaje alemán y sin barreras o dificultades. El contacto de los demás personajes con alemanes se caracteriza por un diálogo accidentado que impide una correcta comunicación entre emisor y receptor y por un uso elevado de estereotipos al momento de referirse a ellos, como por ejemplo en el caso de Rafa que para nombrar a Franz (Richard Pena), pretendiente alemán de su hermana, le llama “come salchicha”.

A pesar de que Andrés vive en Berlín más de la mitad de su vida, no se llega a percibir una adaptación total a la cultura alemana y más bien, su grupo de interacción parece consolidarse en el grupo formado por sus compatriotas y vecinos, también migrantes.

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El espacio de referencia de esta diáspora española se encuadra en el edificio donde habitan, el cual se sitúa en el barrio de Kreuzberg, conocido como la pequeña Estambul. La vivienda donde se hospedan Hugo y Braulio es propiedad de Marisol Ramos (Malena Alterio) y Hakan Atmat (Younes Bachir), una pareja que vive aproximadamente 10 años en Berlín. Ambos administran un local donde venden Kebap.

A través de una panorámica horizontal de la cámara, que permite el reconocimiento del contexto espacial, se presenta la entrada de Hugo y Braulio en este barrio. Mujeres con velo, una bandera turca, puestos de venta de kebap y carteles o símbolos que hacen referencia a Turquía son los elementos, que aunque algo exagerado, permiten contextualizar el futuro ambiente de convivencia de Hugo y Braulio. Al utilizar este barrio como escenario de interacción de los personajes españoles, los estereotipos cobran aún mayor nitidez puesto que se sirven de los símbolos que construye el compendio del barrio de Kreuzberg, la comunidad turca en Alemania, y la confluencia de la cultura española y del idioma español en el personaje de Hakan. A Hakan se le muestra como un hombre machista y viril. Su virilidad se pone a prueba cuando descubre que es estéril, rompiendo así las ilusiones de Marisol de convertirse pronto en madre.

Hakan es un turco que habla español aunque no presta cuidado a la sintaxis o a la gramática. Su alemán presenta también ciertas debilidades, sin embargo, con ímpetu y trabajo arduo ha logrado tener su propio restaurante.

Estas situaciones en las que Hakan se expresa en un alemán o en un español confuso, resultan en pautas de comicidad para el público.

Los estereotipos presentados en perdiendo el norte, aunque rozan constantemente con el cliché, son la representación de las imágenes que se tienen sobre el Otro. De manera idónea se observan los estereotipos a través de las ideas de Jean-Louis Dufays7, quien los define como las representaciones, ideas y creencias sobre un determinado grupo de personas. Estos estereotipos se presentan en armonía con configuraciones temáticas, frases hechas y escenas que movilizan a la vez una ideología compartida. El uso y juego de estereotipos en perdiendo el norte permite la construcción de un guion de fácil recepción por parte del espectador.

perdiendo el norte: emigración española e intertextualidad

El tema de la migración, considera Elien Declercq8, implica abordar el fenómeno del estereotipo, lo cual refleja comportamientos de la cultura receptora hacia los migrantes.

La inmigración en España ha sido ampliamente discutida y representada, tanto en películas como en documentales, presentando diferentes miradas sobre este asunto. Películas con esta temática aportan diversas perspectivas que acercan al espectador a la comprensión de un fenómeno complejo como las migraciones contextualizando las diásporas9.

Menores en número son las películas y documentales que retratan el tema de la emigración española. Algunas muestras de ello son El tren de la memoria, documental producido por Marta Arribas y Ana Pérez (2005) y la comedia dramática Un franco, 14 pesetas, de Carlos Iglesias (2006).10

Una película en particular, que indaga en el tema de la migración de españoles a Alemania y que ha quedado en la memoria del público español es ¡Vente a Alemania, Pepe! (1971). Esta película dirigida por Pedro Lazaga aborda con gracia la realidad de muchos emigrantes durante la década de los 60. Esta ola migratoria, aunque teñida de tragedia, es presentada en la película envuelta en un manto cómico construido sobre estereotipos. El argumento de ¡Vente a Alemania, Pepe! relata la historia de Angelino (José Sacristán), quien después de emigrar, vuelve de visita a su aldea aragonesa, mostrando los lujos que la vida en Alemania le ha permitido adquirir. Encandilado por las historias contadas por Angelino, Pepe (Alfredo Landa) decide seguir los pasos de su amigo y se enrumba a Múnich. Al llegar, se da cuenta que todo lo contado por Angelino era una mentira, la cual sostenía para mantener la imagen del migrante triunfador ante su familia y sus amigos.

Los paralelos intertextuales entre ¡Vente a Alemania, Pepe! y perdiendo el norte parten de la presencia de Juan Sacristán, Angelino en la película de Lazaga y Andrés en la de Nacho G. Velilla, lo cual parece ser una estrategia intencional de este último, puesto que así se construye un puente mental no solo entre ambas películas y las maneras como se desarrollan dichos temas en función de la comicidad, sino también entre ambas olas migratorias, que aunque difieren en la forma, son análogas en las consecuencias. Dificultades impuestas por barreras en la comprensión lingüística determinan respuestas de choque cultural entre los protagonistas de ambas películas y la comunidad anfitriona.11

La paulatina pérdida de la memoria de Andrés, condicionada por un cuadro de Alzheimer, se puede leer como una metáfora de este puente intertextual, que tiene como trasfondo el carácter dramático que conlleva toda migración y que no hace diferencia entre generaciones. Los momentos de delirio de Andrés llevan a este a confundir a Rafa con Pepe, marcando una referencia clara del puente temático entre la película de Lazaga y la de Velilla.

La memoria, como dispositivo de resguardo de nuestros recuerdos y vivencias, se presenta en Andrés como salida hacia el olvido de un pasado turbulento y trágico, y de la aceptación de un nuevo panorama, el cual lamentablemente no difiere mucho de aquel que él conoció.

En el personaje de Andrés se pronuncia repetidamente las diferencias entre la generación del ’60 y la actual: aquella, que en las peores condiciones tuvo que abandonar a sus familias para emigrar a las metrópolis de Europa, y esta generación, cantera de jóvenes de clase media, que a pesar de contar con una vasta preparación académica, la crisis los obliga a emigrar, aunque un poco a su suerte, pues solo algunos poseen en el mejor de los casos un contrato de trabajo pre-establecido.

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En el cartel publicitario de la película se observa la aclaración “Basada en miles de historias reales. Desgraciadamente”. Velilla cuenta en una entrevista a la revista de cine en línea La noche americana12 el proceso de producción de la película, y cómo una de las fases fundamentales fue la documentación basada en entrevistas de los protagonistas reales de la ola migratoria actual y de aquellos de la década de los 60. La historia de perdiendo el norte encuentra fuente verídica en la historia de unos jóvenes entrevistados por Velilla y Co., que después de haber visto un programa tipo Españoles por el mundo apuestan por un futuro en el extranjero, en aquel caso, Noruega. Una vez llegados a este país, todas sus expectativas se destruyeron dando paso a una realidad inesperada y llena de obstáculos.

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La cantera de la que se sirve el guión de esta película es, sin duda, la realidad misma: la de una migración presentada como última salida ante la crisis financiera, la cual encuentra coordenadas análogas en la crisis ocurrida aproximadamente medio siglo atrás. Esta realidad es la que da las pautas para el manejo de los estereotipos. El juego de los estereotipos en un contexto cómico se resuelve en un juego de espejos, pues permite al espectador a través de la risa, visualizarse en la mirada ajena y resolver la imagen que los Otros poseen del Nosotros, convirtiendo la risa en un conjunto de análisis y crítica de uno mismo.


  1. La elección de esta canción se presenta como un elemento cuestionable, pues esta es introducida como cortina musical del contexto alemán en el que desenvuelve el proceso migratorio y de adaptación de Hugo y Braulio. Sin embargo, el Danubio azul es la composición de Johann Strauss (hijo), de procedencia austriaca. Una lectura personal considera esta decisión como una imprecisión por parte del director y del grupo de guionistas. Dicha imprecisión puede ser el resultado de una imagen general que se tiene de ciertos elementos, que a pesar de su procedencia austriaca suelen ser reconocidos como alemanes. Algunas de estas imprecisiones que se han hecho vox populi, sobre todo en países de habla hispana, son por ejemplo que Adolfo Hitler era alemán o que Austria es una ciudad de Alemania. Es por ello probable que la elección del Danubio azul responda justamente a la identificación y difusión equívoca de piezas y personajes austriacos como referentes alemanes.

  2. Esta declaración ha sido hecha por Nacho G. Velilla en una entrevista conducida por Àlex Montoya de Fotogramas. Àlex Montoya, “Alemania, Mon Amour”, Fotogramas & DVD. La primera revista de cine 2057 (2015), s.p. www.fotogramas.es/Peliculas/Perdiendo-el-norte/Alemania-mon-amour, consultado el 2 de noviembre del 2015.

  3. Javier Ocaña, “La rancia actualidad,” El País, 5 de Marzo 2015, http://cultura.elpais.com/cultura/2015/03/05/actualidad/1425581704_964242.html, consultado el 29 de octubre del 2015.

  4. Al parecer, esta estrategia ha encontrado éxito en España, pues perdiendo el norte, siguiendo las huellas de otra comedia plagada de estereotipos ocho apellidos vascos, dirigida por Emilio Martinez-Lázaro (2014), ha llegado a convertirse en la película española más taquillera en el 2015.

  5. Joep Leerssen en referencia a la oposición entre norte y sur indica que este activa una matriz invariable de características respecto de las naciones o países a los que concierne. Cualquier oposición Norte-Sur adscribirá al grupo del Norte un temperamento más “frío”, opuesto por lo tanto a la “calidez” de su homólogo del Sur. El patrón estructural “Norte frío/Sur cálido” implica, respecto al carácter asignado al grupo del Norte, características como un carácter más cerebral, individualista, menos agradable, aunque más responsable y digno de confianza. El temperamento del Sur se opone al ser más sensual, colectivista y agradable, sin embargo, menos responsable, en relación con los del Norte. cf. Joep Leerssen, “La retórica del carácter nacional. Un panorama programático,” en El juego con los estereotipos. La redefinición de la identidad hispánica en la literatura y el cine postnacionales, ed. Nadia Lie (Bruxelles: Lang, 2012), 67.

  6. Cf. Elien Declerq, “La postura del migrante frente a su estereotipo: una táctica de negociación,“ en El juego con los estereotipos: la redefinición de la identidad hispánica en la literatura y el cine postnacionales, ed. Nadia Lie (Bruxelles: Lang, 2012), 90.

  7. Cf. Jean-Louis Dufays, “La relación dual con los estereotipos, un indicador de la recepción contemporánea,” en El juego con los estereotipos: la redefinición de la identidad hispánica en la literatura y el cine postnacionales, ed. Nadia Lie (Bruxelles: Lang, 2012), 46.

  8. Cf. Declercq, “La postura del migrante frente a su estereotipo,” 87.

  9. Cf. María Eugenia González Cortés y Raquel Seijas Costa, “Inmigración y cine en la ficción cinematográfica española (2011–2015),” en VIII Congreso sobre Migraciones Internacionales en España (Granada: Universidad de Granada, 2015), s.p.

  10. Con respecto a esta película, indican María Eugenia González Cortés y Raquel Seijas Costa que la exageración de algunos patrones de conducta y del uso de estereotipos responden a un intento de dar comicidad a ciertos personajes: el presunto millonario que lleva dinero a Suiza en una maleta, la atracción de las suizas hacia el español bajito, los celos y el control que ejercen las mujeres españoles sobre sus esposos, etc. Cf. González Cortés y Seijas Costa, “Inmigración y cine en la ficción cinematográfica española (2011–2015),” s.p.

  11. Verena Berger y Miya Komori observan también un marcado enfrentamiento en el contexto cultural y lingüístico entre los protagonistas emigrantes y los alemanes en ¡Vente a Alemania, Pepe! y en Un franco, 14 pesetas. Cf. Verena Berger y Miya Kamori, “La estética de la emigración: la figura del emigrante en el cine español y portugués”, Quaderns de cine 6 (2011): 22.

  12. La noche americana hace su presencia en YouTube como el Canal de nocheamericana. Canal de nocheamericana, “Perdiendo el Norte-Nacho G. Velilla,” YouTube, www.youtube.com/watch?v=b9KfCJeDh4k, consultado el 29 de octubre del 2015.





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